Vivir a través de Internet *

Cada vez con mayor frecuencia recibimos la noticia de la existencia de videos en Internet que son filmados y publicados por sus protagonistas: chicos que se muestran a sí mismos en la escuela y otros espacios, participando de acciones desafiantes, provocadoras. El desafío consiste en pensar qué nos está expresando este fenómeno. Pensarlo como síntoma. Salir del anonimato. Trascender el entorno íntimo, familiar o escolar, como una manera de existir. Tal parece ser el imperativo para muchos jóvenes que buscan constituir un espacio de identidad a partir de la exposición pública en fotologs, weblogs y sitios como YouTube y Facebook. "Me expongo, luego existo", podría ser el slogan. Así, en la medida en que consiguen ser vistos por otros, parecen lograr cierta autoafirmación, cierta confirmación de aquello que los constituye como sujetos, cierto aval hacia un rasgo distintivo de su ser, rasgo que parecería no fluir en plenitud mientras permanece en la intimidad.Pero los jóvenes son apenas la avanzada de una señal de nuestro tiempo. Nuestra sociedad tiende hoy a identificar la comunicación con "estar en contacto", vía celular, chat, televisión, etc. Esperamos noticias que vengan desde otro lugar, y por eso consultamos compulsivamente el mail. A su vez, buscamos extender nuestra existencia y proyectarnos hacia donde sentimos que pasa algo más importante que lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Y es desde esta sensación que surge un impulso irrefrenable por "hacerse visible", algo que también se vio plasmado en el auge de los reality-shows. Pero más allá de la televisión, es básicamente Internet -por su carácter interactivo y su relativamente fácil acceso- la que proporciona la plataforma fundamental para la exposición pública de lo privado. En el llamado "ciberespacio" surgen nuevos modos de ser y pertenecer, nuevos ámbitos de intercambio, nuevas redes sociales. Allí es posible tener otra vida, ser un personaje que surge como otro Yo, distinto pero a la vez parte de lo que uno es.

* Publicado por Gustavo Efron en diario Clarín, edición del 28 de marzo de 2009