Dicen que estamos en la "civilización de la imagen". Que vivimos en una "Cultura de la imagen". Una frase reiterada como clishé dice que “una imagen vale más que mil palabras”. La imagen parece incontrastable. Una de sus fuentes principales de fortaleza y credibilidad es que simula ser “la cosa misma”, no una representación, es decir que simula no estar codificada. Así, parece como inmediata, directa. Por eso, mientras que una cámara oculta de TV es inobjetable (no hay retorno de ella), la crónica periodística de un diario no lo es, parece factible dudar de su veracidad. Creo que es fructífero develar que sí hay un código de lo visual, que no es "natural" sino contruido, advertir su lenguaje y sus estrategias de representación.
En 1926 el artista René Magritte cuestionaba la mimesis que se produce entre las representaciones y las cosas basadas en su semejanza, en su obra “La traición de las imágenes” - que muestra una pipa y más abajo unas letras que dicen “esto no es una pipa” (Ceci n´est pas une pipe) . Es interesante contar aquí la anécdota que se produce en la primera exposición de la obra, cuando un visitante le expresa al pintor: "Maestro, ¡eso es una pipa!"
Y Magritte le responde: "Entonces, si puede, fúmela."
Y Magritte le responde: "Entonces, si puede, fúmela."